El último partido del "Diez"

domingo, 25 de octubre de 2009

Gran parte de los momentos Maradonianos sucedieron en octubre. Por eso, como no podía ser de otra manera, el 25 de octubre de 1997 (cinco días después del aniversario de su debut en Primera División, y cinco antes de su 37ª cumpleaños), Diego Armando Maradona jugó su último partido oficial, aún sin saberlo siquiera él. Y aunque su vida siempre estuvo mayormente relacionada con La Bombonera (estadio de Boca Juniors), su última presentación la realizó en el Monumental (cancha de su histórico rival). Boca venció a River Plate por 2 a 1, con un gol agónico de Martín Palermo. El Diez comenzó el partido de titular pero en el entretiempo, Héctor "Bambino" Veira, el DT Xeneize de ese entonces, lo reemplazó por un joven que prometía buen futbol: Juan Román Riquelme. Los rumores, que siempre estaban presentes en la vida de Maradona, giraban alrededor del antidoping al que había tenido que someterse luego del encuentro.

Se disputaba una fecha distinta del Torneo Apertura: se jugaba el Superclásico un sábado, ya que al día siguiente habría elecciones (ganó La Alianza). Nadie se imaginaba que aquella tarde nublada y lluviosa de Núñez sería la última posibilidad de ver a Maradona disputar un partido de fútbol oficial. Ni las 700.000 personas que estaban allí, ni el propio Diez sospechaban que esa sería su última función, y que ese festejo en cuero con la hinchada de Boca, haciendole gestos a los de River (última foto), también sería el último. “Tengo otro clásico en el lomo, y River hace un montón que no nos gana. Me parece que sigo hasta los 40”, fueron las palabras del Diego en una entrevista a la revista El Gráfico, en pleno festejo en su casa de Villa Devoto ese mismo sábado por la noche.

Maradona ya no era el mismo de siempre, aquél que hacía magia con sus pies. "Lento y previsible, fue uno menos a la hora de preocupar. Increíble pero real", "En este estado físico, Maradona no puede jugar" o “Lentificó cada ataque de su equipo que, bajo su pretendida conducción, fue una lágrima durante los 45 minutos iníciales […] Cuando salió, Boca vio la luz”, fueron algunas de las frases que se pudieron leer en los diarios del día siguiente.

A su bajo rendimiento en las canchas se le sumaba su alborotada vida en la que se peleaba con la dirigencia, faltaba a los entrenamientos y aparecía un día para decidir que jugaría el Superclásico. Por todo esto, ya se preveía que se estaban transitando los últimos pasos de su carrera, pero él siempre sorprendía con sus actos, y sus constantes vueltas al fútbol en los últimos tiempos desorientaban a cualquiera.

En su último ciclo en Boca (1995-‘97), en la que fue sólo una sombra de aquél gran jugador que supo ser, Maradona disputó 31 partidos y convirtió 7 goles.

Cuatro días después de aquél sábado, el 29 de octubre, anunciaría públicamente su retiro definitivo del fútbol, alegando que su decisión se debía al pedido de su padre, a quién días antes algunos medios lo habían dado por muerto. "Con todo el dolor del alma ha llegado el momento de anunciar mi retiro", fueron las palabras que marcaron el fin de una época, de una etapa en su vida (21 años como profesional), y la de gran parte de los argentinos.

Paco Gento, el velocista que jugaba al fútbol

miércoles, 21 de octubre de 2009

Fue un atleta disfrazado de futbolista. Un hombre capaz correr 100 metros en menos de 11 segundos con la pelota en los pies. Leyenda e historia viva del Real Madrid, Francisco "Paco" Gento nació en la localidad cantábrica de Guarnizo (España), el 21 de octubre de 1933.

Tras pasar por pequeños clubes de su Cantabria natal, arribó, con 19 años en 1953, al Racing de Santander, equipo en el que sólo disputó 8 partidos, anotó 1 gol y empezó a demostrar destellos de su tremenda velocidad que el Real Madrid no dudó en adquirir en su búsqueda de cortar la sequía de títulos que le duró 21 años.

A pesar de que la contratación de Alfredo Di Stéfano hizo que la llegada de Gento no tuviera tanta repercusión en la gente, y por ende menos presión sobre el campo, el primer año del cántabro, aunque el Madrid fue campeón, resultó de los más dificiles: no pudo anotar ni un sólo gol y su velocidad comía al jugador, impidiéndole entrar en confianza con su juego, que en ese entonces sólo se basaba en corridas carentes de técnica por el sector izquierdo.

El impulso a su juego lo brindó un 10 argentino: Hector Rial (ex San Lorenzo, Nacional de Montevideo, entre otros) arribó a Madrid, por pedido de Di Stéfano, en la siguiente temporada y con su talento potenció a Gento como un extremo imparable. Ambos, con los años, resultaron miembros de una de las mejores delanteras de la historia del fútbol junto con Ferenc Puskas, Di Stéfano y Raymond Kopa.

Con la Seleccion española, Gento se convirtió en uno de los máximos referentes de la historia, la representó en 44 ocasiones, anotó 5 goles, ganó la Eurocopa de 1964 y disputó 2 mundiales: Chile 1962 e Inglaterra 1966.

Tras 18 temporadas como titular en el Madrid, con 12 ligas en su haber, anotando 253 goles en 761 partidos, y luego de haber conseguido 6 Copas de Europa, siendo el único en la historia que la jugó durante quince años consecutivos, Gento se retiró a los 38 años, en 1971, para ser entrenador, aunque sin demasiado éxito.

En la actualidad, continúa ligado al club como embajador del equipo en Europa.

El debut del Diez con la “16”

martes, 20 de octubre de 2009

Con la camiseta roja con una banda blanca número 16 de Argentinos Juniors adentro del pantalón, unos botines negros con tres rayitas, las medias dobladas a la altura de las canilleras y los rulos al viento que pasaban la nuca, debutaba Diego Maradona en Primera División, el 20 de octubre de 1976.
En la tarde soleada, primaveral, en Juan Agustín García y Boyacá (actual estadio Diego Armando Maradona), el equipo local recibía a Talleres de Córdoba. 7737 entradas fueron vendidas según datos oficiales, y no más, porque después todos dicen haber presenciado el nacimiento del astro del fútbol argentino. La televisión blanco y negro de ese entonces no transmitía el partido, y la última dictadura militar más sangrienta de la historia, que había nacido el mismo año, observaba de costado el acontecimiento.
El árbitro Roberto Maino daba el pitazo inicial y Diego estaba sentado en el banco de suplentes. El poderoso Talleres, de Luis Galván, Miguel Angel Oviedo, José Valencia y “el Hacha” Luis Ludueña, entre otros, llegaba con aspiraciones de lograr el campeonato, y se puso en ventaja a los 27 minutos de juego: luego de un desborde, Bocanelli tiró el centro atrás que Ludueña empujó a la red. Ese 1 a 0 parcial se convertirá en definitivo, pero el recuerdo de aquel partido recae en lo producido en la segunda parte del encuentro.
"Vaya, Diego, juegue como usted sabe. Y si puede, tire un caño", le ordenó el técnico Juan Carlos Montes, que en el vestuario había decidido sacar a Rubén Giacobetti para el ingreso del Pelusa. “Me reemplazo el mejor jugador del mundo. En aquel momento me dio muchísima bronca, pero hoy digo por suerte me tocó a mí”, recuerda el volante titular sustituido.
Si bien no consiguió cambiar el rumbo del partido y Argentinos se fue derrotado, el Cebollita deleitó con sus exquisiteces. En primer lugar, un caño, que actualmente no se tiene certeza si fue la primer pelota que tocó o no, pero lo que si está corroborado es que algunos dichosos ojos lo pudieron observar. “Maradona recibió de espaldas y cuando se dio vuelta me lo tiró. Traté de pararlo con mis brazos pero no pude”, cuenta Juan Cabrera, el volante de Talleres víctima de la magia de Diego. Luego, estrelló un remate en el travesaño al borde del área grande.
Finalizado el match, el pibe de Villa Fiorito atendía a la prensa y tiraba: “Dentro de diez días, el 30, cumplo 16 años”, haciendo alusión a que el sueño de la Primera se le había dado con 15 años, 11 meses y 20 días; y agregó: “Los nervios se me pasaron rápido, apenas entré en juego”. Después, se lamentaría haber perdido y se retiró del estadio camino a su nuevo departamento en Argerich 2746, Villa del Parque, que se lo habían alquilado unos días antes.
El periodista Héctor Onesime, de El Gráfico, calificó con 7 puntos a Maradona, igual que a la figura del partido Di Donato, y escribía: “Argentinos quedó sepultado en su incapacidad ofensiva. Ni siquiera la inclusión del sorprendente, habilidoso e inteligente ex cebollita alcanzó para resolver el problema”.
Hay dos antecedentes que subrayan que este suceso se podría haber producido antes. La oportunidad la había tenido el 14 de agosto de 1975, tras una huelga de futbolistas, Argentinos disputó un encuentro con juveniles frente a River, que se consagraba después de 18 años. Allí a Maradona, con 14 años, no había sido convocado. Fue alcanzapelotas y se dio el lujo de hacer jueguitos en el entretiempo. El entrenador Francisco Campana, a quien le habían sugerido poner al crack, no lo quiso quemar. Más tarde, Montes tenía pensado incluir a Diego al principio del torneo Nacional ´76, pero arrastraba una sanción, porque al final del campeonato de Séptima División fue expulsado por discutir un fallo arbitral y el debut debió seguir esperando.
Con el paso del tiempo, en la vida de Maradona vendrán Boca, Napoli y Barcelona, entre otros, sumado a “la Mano de Dios” y “el Barrilete Cósmico”, pero eso ya es otra historia para escribir en un libro, como lo hizo en “Yo soy el Diego”; además de narrar que el sueño al que aspiraba desde niño estaba cumplido, “Jugar un Mundial y ser campeón del mundo”.

Se despedía el "Aguilucho"

domingo, 18 de octubre de 2009

“No se trataba de un corredor común. Podía volar con su auto” u “Oscar decía que los iba a dejar atrás a todos. Y lo hacía”, eran algunas de las frases que pronuncian las personas que intentan describirlo.
Hace 45 años se producía la despedida de uno de los más grandes pilotos argentinos: Oscar Alfredo Gálvez, quien junto a su hermano Juan dejaron una imborrable huella en la historia del automovilismo. El 18 de octubre de 1964 se disputaba la carrera de Turismo Carretera en la Vuelta de Junín por el Premio "Eusebio Marcilla", la que ganó Juan Oscar Facchini con Chevrolet a 168,260 km/h. de promedio; y se convirtió en la última carrera del “Aguilucho” Gálvez con 51 años.

Gálvez nació el 17 de agosto de 1913 en Capital Federal, y aunque era un piloto porteño, él se sentía más cómodo corriendo en caminos que en pista porque allí era dónde podía desplegar su gran habilidad de la improvisación, y así sacar mayor ventaja sobre sus competidores. Su padre Marcelino tenía un taller en la Avenida San Martín, y ya de pequeño se crió rodeado de autos y motores y tenía decidido que no quería estudiar (abandono el primario en cuarto grado), y que su vida se desarrollaría alrededor de los fierros.

El “Aguilucho” comenzó corriendo picadas con su hermano Juan en los bosques de Palermo o La Plata, hasta que la policía los corría aunque nunca podía alcanzarlos. Primero se compraron un Ford "T" (marca para la que ambos correrían), luego un Ford "A" y después un Ford V8 modelo 1935. Con éste último Oscar debutó en el Gran Premio de 1937 con Juan como acompañante, y allí inició una trayectoria llena de triunfos que quedaría en la historia del automovilismo. Marcó un récord entre Buenos Aires y Rosario, corriendo de noche; sobrevivió a 16 vuelcos y luego al sufrir un tajo en la cabeza decidió usar casco, aunque el único que consiguió fue de paracaidista y su hermano uno que se usa en tanques de guerra.

Oscar tenía un característico Ford blanco y negro de la escudería Armando (quién luego sería el residente de Boca). En 27 años de carrera disputó 177 competencias entre Turismo Carretera (TC) y Coches Especiales. De ellas ganó 49, 43 en TC y 6 en Coches Especiales. Fue segundo en 29 oportunidades, tercero en 16, cuarto en 9, quinto en 3. En el TC se impuso en 6 Grandes Premios, 1939 en dos oportunidades, 1947, 1954, 1960 y 1961 y el segundo tramo del Gran Premio de la América del Sur en 1948, cuando se retornó desde Lima, convirtiéndose de esta manera en el piloto mas ganador de esta competencia. Triunfó, además en 41 etapas de Turismo de Carretera y 12 series. Fue campeón argentino de TC en cinco oportunidades: 1947, 1948, 1953, 1954 y 1961 (ubicándose tercero junto a Guillermo Ortelli en la lista de pilotos que más veces lo ganaron). También se convirtió en el primer argentino en ganarles a pilotos europeos. Lo hiso en Palermo en 1949 bajo la lluvia con un Alfa Romeo 3800 cm3. Otro de sus grandes logros y marcas que dejó en la categoría fue en 1952 cuando ganó seis carreras en un mismo campeonato.

La muerte de su hermano Juan el 3 de marzo de 1963 en la Vuelta de Olavarría, carrera en la que él no participó, comenzó a anticipar que pronto llegaría su retiro. Luego de concretar su despedida continuó aferrado a los fierros al formar parte del equipo de Ford. Finalmente, a la edad de 76 años, el 16 de diciembre de 1979 se produjo su fallecimiento, y en su homenaje el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le puso su nombre al autódromo de dicha ciudad: "Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar Alfredo Gálvez". Pero la historia se completó en 2008 cuando los diputados aprobaron un proyecto de ley que modificó el nombre y pasó a denominarse "Oscar y Juan Gálvez", para así reconocer por igual los hermanos que fueron símbolos del automovilismo nacional.


Nunca le inicies juicio PENAL

sábado, 17 de octubre de 2009

Nunca sabremos si fue el mejor atajador de penales argentino de la historia, pero no caben dudas de que es el más recordado de todos. Un 17 de octubre de 1963, en la localidad bonaerense de Lima, nacía Sergio Javier Goycochea, quien hoy cumple 46 años.

Defensor de la valla albiceleste en los Mundiales de Italia 1990 y Estados Unidos 1994, apareció en la Primera División el 28/08/1983, jugando para River Plate y ante Estudiantes de La Plata (2-2). Además, no podemos dejar de mencionar que su primer tiro desde los 12 pasos contenido fue el 18/10/1987 para el conjunto de Núñez, pero en un cotejo ante Rosario Central.

Vistió los colores de River entre 1983 y 1988, pasó por Millonarios de Colombia (1988-1990), Racing Club (1990-1991), Brest de Francia (1991), Cerro Porteño (1992), Olimpia de Paraguay (1992-1993), River nuevamente (1993-1994), Mandiyú (1994-1995), Internacional de Brasil (1995-1996), Vélez (1996-1997) y cerró su larga trayectoria en Newell´s (1997-1999).

Sus principales momentos de gloria deportiva se registraron en el marco del campeonato Mundial del ´90. Comenzó siendo suplente de Pumpido, pero una lesión de éste ante Unión Soviética le brindó la oportunidad de titularidad a Goyco. Fue pilar de aquel combinado nacional que alcanzó la final del torneo. Se lució en las definiciones por penales ante Yugoslavia (cuartos de final) e Italia (semifinal). Además, estuvo muy cerca de parar la pena máxima ejecutada por Brehme en el encuentro final, pero hubiera sido demasiado.

El Vasco, hoy convertido en periodista, ganó las Copas América de 1991 y 1993 con la Selección, Libertadores, Interamericana e Intercontinental con River, y títulos de liga con Vélez y Millonarios. Aunque que por otra parte, fue el arquero en aquel choque ante Colombia que culminó con un score bochornoso para Argentina (0-5), razón por la cual terminaría perdiendo la casaca número 1 a manos de Luis Islas en la cita Mundial del ´94.