El lujo de las tribunas de cemento

martes, 6 de octubre de 2009

La derrota ante Independiente por 1 a 0, con gol de Arsenio Erico, no amargó al público que estaba preparado para la ocasión; la inauguración del actual estadio de cemento de Banfield, en las calles Peña y Arenales, el 6 de octubre de 1940.
En 1938, Florencio Solá había asumido como presidente de un club que estaba al borde de la desaparición, pero gracias a su gestión y la incorporación de grandes jugadores (Eduardo Silvera, Rafael Sanz , Alfredo De Terán, Juan Bautista Busuzzo, Armando Farro, entre otros) logró llevar al equipo a la Primera División. Esta causa provocó que la cancha deba constar con capacidad para 20.000 personas, tal como lo disponía la Asociación de Fútbol Argentino en esa instancia. Además, de tener boleterías y baños.
La construcción de dos tribunas sobre Arenales y otra sobre Eliseo Mauriño, sumadas a las refacciones del mismo, costaron 100.000 pesos de la época. De esta forma, se había convertido en el primer club de los denominados “chicos” en albergar a sus simpatizantes en gradas de cemento, mientras que no todos los “grandes” disponían de dicha infraestructura. El árbitro Bartolomé Macías fue un espectador de lujo de la oba ya consumada, que significó la recaudación de 14.400 pesos después del encuentro.
Conjuntamente con el ascenso, también se originó el apodo del club; El Taladro, que fue bautizado por el diario El Pampero tras la campaña, pero eso ya es otra historia.
En la actualidad el estadio Florencio Solá cuenta con una tribuna más sobre la calle Granaderos, realizada en 1954, y otra lindera a Gallo, que completan el perímetro. Últimamente, en 2007, se realizaron mejoras para ampliar la capacidad de espectadores (34.551), iluminación, plateas, palcos vip, vestuarios y cabinas de transmisión para los medios masivos de comunicación, alrededor de los 102 por 66 metros del campo de juego.

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