domingo, 2 de agosto de 2009
El 2 de agosto de 1996 falleció Obdulio Jacinto Muiños Varela, quien con la camiseta número 5 de la Selección de Uruguay encaminó la hazaña del Maracanazo, en la final de la cuarta edición del Mundial, el 16 de julio de 1950 en Río de Janeiro.
Después del gol de Fraica para Brasil, Varela tomó la pelota dentro del arco, la puso debajo de su brazo derecho y fue a reclamarle un off-side inexistente al juez de línea, y luego, al árbitro (hizo que fuera un traductor porque no hablaban el mismo idioma). Con esto cumplió definitivamente su objetivo: “Si no enfriábamos el juego, si no lo aquietábamos, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler”, recordaría Varela.
El partido finalizó 2 a 1 con goles de Juan Schiaffino y Alcides Ghiggia para la "celeste", lo que significó la segunda y última Copa del Mundo para Uruguay.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, por su parte, le dedica el capítulo Obdulio, en su libro El fútbol a sol y sombra: (...) Al fin de aquella jornada, los periodistas acosaron al héroe. Y él no se golpeó el pecho proclamando que somos los mejores y no hay quien pueda con la garra charrúa: -Fue casualidad-, murmuró Obdulio, meneando la cabeza. Y cuando quisieron fotografiarlo, se puso de espaldas. (...)
Nacido el 20 de septiembre de 1917 en Montevideo, el futbolista recorrió clubes como Deportivo Juventud, Wanderes y Peñarol, donde ganó los campeonatos de 1944, 1945, 1949, 1951, 1953 y 1954. Además, con la celeste ganó el Sudamericano de 1942. Un deportista de semejantes logros en la actualidad se acomodaría económicamente, sin embargo, Varela nació, vivió y murió pobre.
Después del gol de Fraica para Brasil, Varela tomó la pelota dentro del arco, la puso debajo de su brazo derecho y fue a reclamarle un off-side inexistente al juez de línea, y luego, al árbitro (hizo que fuera un traductor porque no hablaban el mismo idioma). Con esto cumplió definitivamente su objetivo: “Si no enfriábamos el juego, si no lo aquietábamos, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler”, recordaría Varela.
El partido finalizó 2 a 1 con goles de Juan Schiaffino y Alcides Ghiggia para la "celeste", lo que significó la segunda y última Copa del Mundo para Uruguay.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, por su parte, le dedica el capítulo Obdulio, en su libro El fútbol a sol y sombra: (...) Al fin de aquella jornada, los periodistas acosaron al héroe. Y él no se golpeó el pecho proclamando que somos los mejores y no hay quien pueda con la garra charrúa: -Fue casualidad-, murmuró Obdulio, meneando la cabeza. Y cuando quisieron fotografiarlo, se puso de espaldas. (...)
Nacido el 20 de septiembre de 1917 en Montevideo, el futbolista recorrió clubes como Deportivo Juventud, Wanderes y Peñarol, donde ganó los campeonatos de 1944, 1945, 1949, 1951, 1953 y 1954. Además, con la celeste ganó el Sudamericano de 1942. Un deportista de semejantes logros en la actualidad se acomodaría económicamente, sin embargo, Varela nació, vivió y murió pobre.
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