El día que el vóley peruano hizo historia

martes, 29 de septiembre de 2009

Cuando la pelota tocó el suelo por última vez, no tuvo piedad del gran rendimiento peruano. Sin embargo, aquella tristeza por la derrota, que fue festejo multitudinario en el retorno al país, logró convertirse, con el tiempo, en el mejor rendimiento histórico del voleibol de Perú en Juegos Olímpicos. Fue bajo el cielo coreano de Seúl, cuando la seleccion femenina alcanzó, el 29 de septiembre de 1988, la medalla plateada tras caer ante la Unión Soviética.

Al igual que la Selección masculina de Argentina, que ganó el bronce en los mismos juegos manejada tácticamente por Young Wan Sohn, el equipo peruano también tuvo un entrenador coreano que logró hacer historia: Man Boc Park, subcampeón juvenil con Perú en 1981 y subcampeón en 1982 con las mayores.

El paso de las peruanas por la tierra de su entrenador arrancó con convicción ante Brasil, al que derrotaron por 3-0. Luego seguiría en el camino China, campeón olímpico y bicampeón mundial, al que le arrebataron el partido por 3-2, en un quinto set que resultó casi todo el tiempo desfavorable para el equipo sudamericano. El siguiente rival a batir fue los Estados Unidos. En un encuentro que se tornó dificil por ir perdiendo 0-2, las peruanas levantaron y avanzaron a semifinales al ganar 3-2.

En semis, la historia se repitió frente la difícil Japón, y en 5 sets (15-9, 15-9, 6-15, 10-16, 15-13), Perú se metió en la historia como el primer equipo sudamericano en una final olímpica de voleibol.

El rival de la final fue la poderosa Unión Sovietica, tres veces medalla de oro (68,72 y 80), que durante el transcurso de los dos primeros sets sintió como Perú pegaba de la mano de Cecilia Tait, apodada la zurda de oro, quien luego sería reconocida como la mejor jugadora del torneo. Con el resultado 15-10 y 15-12, en menos de una hora, las sudamericanas, inferiores en altura con 1,75 de promedio contra 1,85, dominaron el encuentro hasta el tercer set, que las tuvo por delante 12-6, a 3 puntos de la gloria dorada.

A partir de allí las soviéticas crecieron, dieron vuelta el parcial, empataron el partido y lo llevaron al quinto. Con 14 a 13 y match point a favor soviético, resurgió el orgullo peruano, que salvó lo que era el final del partido y obtuvo tres cierres para conseguir el oro que no pudo aprovechar. 17-15 dictó el marcador y el sueño peruano de la hazaña se extinguió, aunque no logró evitar el reconocimiento para el equipo latino, que consiguió la tercer medalla en la historia de Perú en los Juegos (oro en 1948 y plata en 1984, ambas en Tiro).

Al llegar a su país, las jugadoras fueron recibidas como héroes y trasladadas hacia un Estadio Nacional de Lima, que repleto, aguardaba por sus chicas.

Cuando la pelota tocó el suelo por última vez, el voleibol peruano se estancó, y aquella pareció ser la sentencia. Fue el final de una generación única que será recordada por siempre: en los próximos meses, una estatua de las "chicas de oro" en las calles de Lima rememorará aquel septiembre de 1988.

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